sábado, 25 de mayo de 2013

lunes, 25 de febrero de 2013

Fragmento...

Fragmento del cielo…
Click fotos


La contemplación de la belleza del mundo natural,
a través de la elección de un fragmento de cielo delimitado por el perímetro del cuadro de una cámara fotográfica, a las 6 PM en la ciudad de Buenos Aires, momento en que el sol irrumpe con distintos colores sobre el cielo.
Una reflexión sobre el proceso, la posibilidad de perennizar el instante, los estados emocionales al momento de fotografiar, y sorprenderse por las variaciones posibles de la realidad.

Fotografiar un fragmento del cielo, un ejercicio personal, al momento de encuadrar una realidad, a través de la lente de una cámara; cuestionarme sobre el viaje entre lo real y lo representado en un soporte tangible. Exponer de alguna manera los factores, que intervinieron en el proceso, y la conexión al momento de fotografiar.  Este pequeño proceso partió de un juego, se volvió una pequeña obsesión, a la vez una alegría, capturar ese fragmento del cielo de la ciudad de Buenos Aires, a una hora concreta, 6 PM, momento, en el que el sol estalla sobre el cielo. Inspirada por la contemplación de la belleza poética, que una persona puede experimentar al subir la cabeza y posar los ojos sobre el firmamento. La palabra cielo limitante en su significado, no es uno solo, ni específico pues el cielo  se manifiesta ampliamente en diversidad de gamas, formas y colores expuestas a determinada temperatura ambiente, que influye en el cambio de tonalidades y formas. Acá describo algunas reflexiones:
 
Viaje entre la realidad y lo representado en un soporte tangible, al elegir un  encuadre particular
El sentido de pertenencia de una persona está determinado por una cultura, idiosincrasia, una  identidad que caracteriza a un país y la amplitud de experiencias particulares del individuo. Dichas singularidades, sumadas al fuerte interés artístico sobre la exploración de imágenes, la autonomía creativa hace que lo fotografiado, encuentre un camino único y personal; basada en la riqueza de las experiencias particulares, que encuentro al habitar un momento específico y considerar las circunstancias externas, azarosas que intervienen al elegir un encuadre, en un momento determinado, guiada por esa fascinación. Estos factores determinan, que me detenga en un espacio tiempo específico y plasme un instante concreto a través de la cámara.

¿Qué parte de la realidad se puede representar en una fotografía? Se pueden lograr variantes sobre esa realidad? En mi caso, elijo una parte de esa totalidad y  encuadro un fragmento de esa realidad, dentro del rectángulo delimitado por el perímetro de la cámara en uso. Elijo un fragmento de cielo de una ciudad bastante cosmopolita, rodeada de edificios bastante altos, donde la presencia natural es mínima. Mi inconciente buscaba la aproximación a lo natural. Me dejo guiar por la realidad que se me presenta, intento que lo capturado, sea lo más aproximado posible a lo que miro, sin intervención de tecnologías digitales. Me vuelvo un tanto purista.  Enciendo mi cámara, subo o bajo el f-stop, velocidad, asa de forma manual y acercar los colores que percibo de la realidad, a los que miro en el monitor pequeño de la cámara, trato que la variación sea mínima. Tengo la ventaja de elegir un plano inamovible, situación contraria, a los momentos, en los que he fotografiado en la calle;  y no hay mucho tiempo para optimizar los parámetros, las imágenes posibles suceden en el momento y uno está dispuesto a captarlas o intentarlo. Me desentiendo, por un instante de las imágenes que se  componen con objetos para quedarme con lo mínimo, es decir buscar el encuadre de un pedazo de la realidad de manera purista y aproximarme de manera fiel a lo representado. En este sentido, tenía la ventaja de hacerlo sin restricciones, debido a lo mínimo requerido para acceder al ejercicio, agarrar la cámara y fotografiar un pedazo aparentemente inamovible. En si mismo, el fragmento del cielo variaba en sus formas, texturas, colores, lo cual me hacia percibir, algo aparentemente obvio, la realidad está en continuo movimiento y mi interioridad emocional también. En el aparente proceso mecánico, que involucra el encender la cámara, verificar su carga, poner los parámetros a punto, mi estado emocional interior  y corporal se hallaba en un momento distinto. Entonces, podía  entender las posibilidades infinitas de manifestación de la realidad en un determinado espacio y tiempo, con la variación de mis estados emocionales cíclicos como  angustia, felicidad, melancolía, furia, seguridad. Me invadía la felicidad al contemplación lo sutil de la belleza, y el  guardar ese momento intangible en un soporte tangible. Nuestra memoria es fragmentaria, frágil, la cámara puede volverse un artefacto mágico, por la posibilidad de congelar el tiempo, y en un futuro revivirlo de forma anacrónico,  una especie de baúl hermético y personal de recuerdos, que tienen la posibilidad de revivir el pasado remoto en un presente dado. Sobretodo, siempre me ha llamado la atención cuando veo fotos de mi pasado, de mi niñez, en las cuales puedo revivir mis sensaciones y pensamientos a un presente bastante posterior. 
La realidad es infinita, múltiple, necesita la presencia de alguien que la observe y la plasme; que mejor manera, a través de una cámara fotográfica y lo maravilloso que se da al inmortalizar el espacio, tiempo en un soporte visible, tangible, perdurable como el papel para suspender esa realidad en el tiempo. 
A su vez, pensar que la fotografía tiene la particularidad de amplificar lo observado,  el que tiene un primer contacto con el momento a fotografiar, a través de un lente en un primer instante; y luego la posibilidad de compartir la imagen con la colectividad, testimonio indirecto, de lo que observa la primera mirada del fotógrafo. Pienso en algunas imágenes, que forman parte de nuestro legado colectivo como la foto de Yoko Ono y John Lennon vestidos de blanco con el cartel frontal y la frase escrita con letras negras, War is over; la de Marylin Monroe con su vestido blanco en pleno vuelo;  imágenes  testimoniales como las del muerte del Ché Guevara, que nos permiten evidenciar situaciones de injusticia, a través de los ojos que marcan ese instante particular y nos convierte en testigos semi presenciales de esa realidad.
Las imágenes se vuelven íconos, que posibilitan generar ideas nuevas  para escritores, dramaturgas, poetas, pintores, músicos así como la búsqueda para descifrar el pasado lleno de misterio. 
Mirar el cielo se vuelve un acto poético, la sensación de plenitud en un día cualquiera, sumado a la posibilidad de inmortalizar el instante y rendirle tributo a la belleza. 
Fotografiar se convierte en un continuo viaje de vida y muerte de instantes, en dónde se suceden imágenes frágiles, la posibilidad de captarlas y guardar esos encuentros por un período prolongado de tiempo en un soporte tangible...En el futuro rememorar recuerdos, cada vez que miramos o  encontramos alguna imagen concreta del pasado...Y mirar como nuestro  presente sigue en movimiento...