Fragmento del cielo…
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La contemplación de la belleza del mundo natural,
a través de la elección de un fragmento de cielo delimitado por el perímetro del cuadro de una cámara fotográfica, a las 6 PM en la ciudad de Buenos Aires, momento en que el sol irrumpe con distintos colores sobre el cielo.
Una reflexión sobre el proceso, la posibilidad de perennizar el instante, los estados emocionales al momento de fotografiar, y sorprenderse por las variaciones posibles de la realidad.
a través de la elección de un fragmento de cielo delimitado por el perímetro del cuadro de una cámara fotográfica, a las 6 PM en la ciudad de Buenos Aires, momento en que el sol irrumpe con distintos colores sobre el cielo.
Una reflexión sobre el proceso, la posibilidad de perennizar el instante, los estados emocionales al momento de fotografiar, y sorprenderse por las variaciones posibles de la realidad.
Fotografiar un
fragmento del cielo, un ejercicio personal, al momento de encuadrar una
realidad, a través de la lente de una cámara; cuestionarme sobre el viaje entre
lo real y lo representado en un soporte tangible. Exponer de alguna manera los
factores, que intervinieron en el proceso, y la conexión al momento de
fotografiar. Este pequeño proceso partió de un juego, se volvió una pequeña obsesión, a la vez una
alegría, capturar ese fragmento del cielo
de la ciudad de Buenos Aires, a una hora concreta, 6 PM, momento, en el que
el sol estalla sobre el cielo. Inspirada por la contemplación de la belleza poética,
que una persona puede experimentar al subir la cabeza y posar los ojos sobre el
firmamento. La palabra cielo limitante
en su significado, no es uno solo, ni específico pues el cielo se manifiesta ampliamente en diversidad de gamas, formas y
colores expuestas a determinada temperatura ambiente, que influye en el cambio
de tonalidades y formas. Acá describo algunas reflexiones:
Viaje
entre la realidad y lo representado en un soporte tangible, al elegir un encuadre particular
El
sentido de
pertenencia de una persona está determinado por una cultura,
idiosincrasia, una identidad que caracteriza a un país y la amplitud de
experiencias particulares del individuo. Dichas singularidades, sumadas
al fuerte interés artístico sobre la exploración de imágenes, la
autonomía
creativa hace que lo fotografiado, encuentre un camino único y personal;
basada en la riqueza de las experiencias particulares, que encuentro al
habitar
un momento específico y considerar las circunstancias externas, azarosas
que
intervienen al elegir un encuadre, en un momento determinado, guiada
por esa
fascinación. Estos factores determinan, que me detenga en un espacio
tiempo
específico y plasme un instante concreto a través de la cámara.
¿Qué parte de
la realidad se puede representar en una fotografía? Se pueden lograr variantes
sobre esa realidad? En mi caso, elijo una parte de esa totalidad y encuadro un fragmento de esa realidad,
dentro del rectángulo delimitado por el perímetro de la cámara en uso. Elijo un
fragmento de cielo de una ciudad bastante cosmopolita, rodeada de edificios
bastante altos, donde la presencia natural es mínima. Mi inconciente buscaba la
aproximación a lo natural. Me dejo guiar por la realidad que se me presenta, intento
que lo capturado, sea lo más aproximado posible a lo que miro, sin intervención
de tecnologías digitales. Me vuelvo un tanto purista. Enciendo mi cámara, subo o bajo el f-stop, velocidad, asa de forma manual y acercar los
colores que percibo de la realidad, a los que miro en el monitor pequeño de la
cámara, trato que la variación sea mínima. Tengo la ventaja de elegir un
plano inamovible, situación contraria, a los momentos, en los que he
fotografiado en la calle; y
no hay mucho tiempo para optimizar los parámetros, las
imágenes posibles suceden en el momento y uno está dispuesto a captarlas
o intentarlo. Me desentiendo, por un instante de las imágenes que se
componen
con objetos para quedarme con lo
mínimo, es decir buscar el encuadre de un pedazo de la realidad de
manera
purista y aproximarme de manera fiel a lo representado. En este sentido,
tenía
la ventaja de hacerlo sin restricciones, debido a lo mínimo requerido
para
acceder al ejercicio, agarrar la cámara y fotografiar un pedazo
aparentemente inamovible. En si
mismo, el fragmento del cielo variaba en sus formas, texturas, colores, lo
cual me hacia percibir, algo aparentemente obvio, la realidad está en continuo
movimiento y mi interioridad emocional también. En el aparente proceso
mecánico, que involucra el encender la cámara, verificar su carga, poner los
parámetros a punto, mi estado emocional interior y corporal se hallaba en un momento distinto. Entonces,
podía entender las posibilidades infinitas de manifestación de la realidad en un determinado espacio y tiempo, con la
variación de mis estados
emocionales cíclicos como angustia, felicidad, melancolía, furia, seguridad.
Me invadía la felicidad al contemplación lo sutil
de la belleza, y el guardar ese momento intangible en un
soporte
tangible. Nuestra memoria es fragmentaria, frágil, la cámara puede
volverse un
artefacto mágico, por la posibilidad de congelar el tiempo, y en un futuro revivirlo de forma anacrónico, una especie de
baúl hermético y personal de recuerdos, que
tienen la posibilidad de revivir el pasado remoto en un presente dado.
Sobretodo, siempre me ha llamado la atención cuando veo fotos de mi
pasado, de mi niñez, en las cuales puedo revivir mis
sensaciones y pensamientos a un presente bastante posterior.
La realidad es infinita, múltiple, necesita la presencia de alguien que la observe y la plasme; que mejor manera, a través de una cámara fotográfica y lo maravilloso que se da al inmortalizar el espacio, tiempo en un soporte visible, tangible, perdurable como el papel para suspender esa realidad en el tiempo.
La realidad es infinita, múltiple, necesita la presencia de alguien que la observe y la plasme; que mejor manera, a través de una cámara fotográfica y lo maravilloso que se da al inmortalizar el espacio, tiempo en un soporte visible, tangible, perdurable como el papel para suspender esa realidad en el tiempo.
A su vez, pensar que la fotografía tiene la particularidad de
amplificar lo observado, el que tiene un primer contacto con el momento a fotografiar, a través de un lente en un
primer instante; y
luego la posibilidad de compartir la imagen con la colectividad, testimonio indirecto, de lo que observa la primera mirada del fotógrafo. Pienso en algunas imágenes, que forman parte de nuestro legado colectivo
como la foto de Yoko Ono y John Lennon vestidos de blanco con el
cartel frontal y la frase escrita con letras negras, War is over; la de Marylin
Monroe con su vestido blanco en pleno vuelo; imágenes testimoniales como
las del muerte del Ché Guevara, que
nos permiten evidenciar situaciones de injusticia, a través de los ojos que marcan ese instante particular y nos convierte en testigos semi
presenciales de esa realidad.
Las imágenes se vuelven íconos, que posibilitan generar ideas nuevas para escritores, dramaturgas, poetas, pintores, músicos así como la búsqueda para descifrar el pasado lleno de misterio.
Las imágenes se vuelven íconos, que posibilitan generar ideas nuevas para escritores, dramaturgas, poetas, pintores, músicos así como la búsqueda para descifrar el pasado lleno de misterio.
Mirar el cielo se vuelve un acto poético, la sensación de plenitud en un día cualquiera, sumado a la
posibilidad de inmortalizar el instante y rendirle tributo a la belleza.
Fotografiar
se convierte en un continuo viaje de vida y muerte de instantes, en
dónde se suceden imágenes frágiles, la posibilidad de
captarlas y guardar esos encuentros por un período prolongado de tiempo
en un
soporte tangible...En el futuro rememorar recuerdos, cada vez que miramos
o encontramos alguna imagen concreta del pasado...Y mirar como nuestro presente sigue en movimiento...