Buenos Aires, la ciudad de la furia y de los contrastes.
El revuelo, la velocidad, el movimiento, el aroma
a café añejo de sus plazas, se me impregnó en el cuerpo.
Mis ángeles bonaerenses me permiten ver la sencillez
de una mirada en el trayecto de vida, sin olvidarme
de mis ángeles quitenses.
Ángeles inocentes, los que dan sus primeros pasos y
levitan en el juego lúdico de la fantasía.
Ángeles soñadores, los que se entregan al sueño con deleite,
marginados de una sociedad frenética.
Ángeles parlanchines, los que se sientan en la plaza esperando
la caída del sol, comparten sus antiguas memorias.
Ángeles negros, los devotos guardianes que cuidan con ahínco
los huesos humanos en cofres ocultos, corroídos por el tiempo.
Mis fotitos de Buenos Aires, realizadas en diciembre del 2006, NR.
martes, 27 de mayo de 2008
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