Subir y trasladarse en avión es una sensación bastante extraña. Una máquina que vuela, un invento concreto y moderno. El deseo de suspender a la humanidad en el aire ya lo imaginaba Leonardo Da Vinci en sus esbozos sobre rotores, trompos voladores; y en un futuro es muy probable que lleguemos a la luna... Las personas nos transportamos de una dimensión a otra, a vuelo de pájaro. Dentro del aerodino vamos sentaditos con el vértigo de los despegues contemplando la belleza de las nubes a través de la mini ventana parecida al ojo de buey de los barcos. Antes del despegue en un micro segundo, el pensamiento nos presiona con ideas fatídicas ¿Qué pasaría si… o qué pasaría sino… bueno si algo pasa con el artefacto en cuestión? Y aparece la pantallita de video con el manual de instrucciones para usar en caso de emergencia ¿Cómo usar la máscara de oxígeno?, acompañada de dibujitos tinta negra con el amarillo fulminante de los flotadores. Paso seguido aparece la azafata haciendo señales y movimientos con los brazos estirados para indicarnos las salidas de emergencia; una pequeña coreografía de movimientos concretos y sincronizados pero muy cómicos en su contexto.
El vaivén de la suspensión continua e imperceptibles son sus turbulencias… En mi caso particular pasando por Perú para llegar a Ezeiza, un lunes a primera hora de la mañana.
La gente está a reventar, una cola interminable en zigzag para salir con las maletillas, agotador por la espera… En el remix, me encontré con un gracioso conductor, un poco serio, me contaba que tiene pánico a los aviones, aunque transporta permanentemente a todos los pasajeros que llegan de vuelos internacionales. Ni pagado se sube a uno, dice el señor, ¡Ni pagado che, prefiero manejar días enteros por la carretera o que me inyecten somníferos para dormir! En medio del viaje, el taxista agarró un papelito para explicarme su teoría sobre el aerodino de ala fija; lo suspendió en el aire y yo suspendí mi mirada también. ¡Mire lo que puede pasar! dijo. De repente lo soltó sin más, el papelito cayó, la gravedad lo empujó al suelo de una sola. Se me hizo un pequeñísimo nudo en la garganta; acabó de bajarme de uno, ya se imaginaran… Y sin más, boom pataplaf, yac, tum, no existe, chao se acabó… el papel cayó muy fácilmente y murieron todos los pasajeros, así de rápido el artefacto desaparece... Llegamos a casa, me ayudó con las maletas y me dio el mismo papelito, que era su tarjetita de presentación para servicios de transportación…
Cuál Ícaro esperando no derretirme frente al sol esperaba en las puertas del edificio… Y pensar sobre la simultaneidad de los acontecimientos… Hace poco tiempo estaba en Quito con calle distintas, mis conocidos amigos y vecinos. Y ahora, otra realidad se mueve frente a mis ojos, un cúmulo de pulsaciones simultáneas me rodean… En este preciso momento, alguien abrirá una puerta, alguien se tomara una pastilla, alguien se lanzará en la piscina, alguien escuchará una canción, alguien gritará por un dolor, alguien esbozará una cálida sonrisa, o verá el semáforo para esquivar los coches, alguien tomará una foto turística, o caminará recordando alguna imagen o alguna palabrita suelta, alguien hablará por teléfono, alguien conducirá el Bondi, alguien leerá un periódico, alguien mirará las palomas en una placita, alguien chupará un helado, alguien se fijará en un desconocido guiado por su curiosidad. Las posibilidades de movimientos son infinitas y múltiples. Fluyen con cierta sincronía en el espacio ¿Tu por ejemplo, qué haces en este momento?, un pensamiento flotante guía nuestras voluntades ¿No lo crees?…Será que los aterrizajes son demasiado rápidos y nuestras percepciones visuales cambian rápidamente. Tengo la sensación de haber puesto pausa en la película, regresar, poner play para seguir viajando dentro de ella… Las personas siguen en movimiento y cuando apareces, te vuelves testigo de su existencia y supongo yo también bajo su miradas, algunas personas siguen en el mismo lugar y es extraño la sensación pero inquietante a la vez… ¿Qué es real en este mundo? Aparentemente se vuelve presente cuando lo miro a través de mis ojos e imaginario cuando algunos bocetos se dibujan en mi cabeza…. Nuestra creativa masa encefálica guarda pequeños recuerdos de distintas formas…Es raro parece que no te hubieras ausentado en ningun momento...
Disfrutando de una brisa muy exótica que se mueve por todas partes, parece una playa paradisíaco pero a un estilo muy citadino. Las calles ya no me saben tan extrañas como el impulso inicial al contacto de lo enteramente nuevo, pero hay magia por todas partes... Una energía vital se mueve… Espero seguir volando en mi aerodino de ala suelta y sin certezas zambullirme en el movimiento…
Por Nadia Rosero
12 de abril 2011
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