Algunas impresiones, que comparto sobre la obra Inmóvil dirigida por Emanuel Ludueña, junto a un colectivo de bailarines. Actualmente en temporada en el Centro cultural Rojas, los días jueves a las 21h00.
Inmóvil inicia con una fotografía a manera de retrato familiar detenida en el tiempo. En la que, las/os intérpretes permanecen en posición hierática, acariciando el silencio. Una pausa prolongada, que atraviesa el espacio escénico; y confronta a una ciudad tan bonaerense, acostumbrada a una vorágine citadina.
Mirar la inmovilidad, un solo cuadro, exige el detenimiento, la quietud, la permanencia, la inercia, la contención de la respiración. Frenar a raya sobre una circunstancia. Observar de cerca, ese invaluable instante, el enorme silencio, que se esfuma en el viento. Momento, intangible, valioso, vacío, incómodo y maravilloso. Al espectador, le exige la permanencia en la quietud, preámbulo para la movilidad.
En esta foto familiar, que construyen los intérpretes, al permanecer sobre sus bancos, de manera estática, en la cual miran hacia un punto fijo del espacio, por un tiempo prolongado. Y construyen un fotograma Inmóvil.
Una capa difusa de sutilezas cubre la inercia… Una pausa plagada de palabras se pega al cuerpo… ¿Fotograma?, ¿Quién no ha deseado guardar un recuerdo entrañable y almacenarlo de alguna manera? Tal vez, la fotografía sea un medio para capturar un recuerdo. El instante congelado se vuelve engañosamente palpable. Me recordó a cuando abres un cajón viejo y te encuentras con fotos antiguas y abrazas recuerdos vividos…Un fotograma inmóvil…
En Inmóvil se parte de ese fotograma congelado hacia la movilidad de diálogos o solos, en los que los cuerpos habitan el espacio, en distintos planos con una gestualidad singular. Reflejo de un cuerpo habitado por el personaje, y la presencia única del que ejecuta el movimiento que pone en escena su singularidad...Devela sensaciones internas, acompañadas del sonido de un piano, que condensa el arrebato, el caos del cuerpo sensible, creando cierta atmósfera de melancolía y nostalgia. Los cuerpos avanzan y construyen los espacios en diferentes momentos para contarnos pequeñas historias...
En Inmóvil se parte de ese fotograma congelado hacia la movilidad de diálogos o solos, en los que los cuerpos habitan el espacio, en distintos planos con una gestualidad singular. Reflejo de un cuerpo habitado por el personaje, y la presencia única del que ejecuta el movimiento que pone en escena su singularidad...Devela sensaciones internas, acompañadas del sonido de un piano, que condensa el arrebato, el caos del cuerpo sensible, creando cierta atmósfera de melancolía y nostalgia. Los cuerpos avanzan y construyen los espacios en diferentes momentos para contarnos pequeñas historias...
Un viaje plagado de construcción o deconstrucción…
El cuerpo se arma en un movimiento, que se desarma para pasar a otro, y desvanecerse...
El cuerpo se arma en un movimiento, que se desarma para pasar a otro, y desvanecerse...
Luego de una pausa...
Las distintas escenas están acompañadas de baños de luz, que enmarcan paneles verticales sencillos, que se encienden y apagan continuamente, creando distintos espacios, que generan cuadros narrativos. Las secuencias de movimientos son fluidas y precisas. Terminan con la contención de la energía en una pausa conciente. Un staccato acompañado de silencio. Otros movimientos son mínimos y contenidos. En un transitar que intenta fusionar, la energía femenina y masculina, en una especie de diálogo constante entre acercamientos, descubrimientos, desencuentros y añoranza. La movilidad continuada en contraste con el detenimiento. Así una mujer se mueve como una especie de muñequita frágil y precisa; y una pareja que se encuentra y se desencuentra...
El conflicto en marcha es mostrado, de manera sutil. Las presencia en el espacio del otro y la ausencia, convertidas en añoranza de un pasado. Un presente, que se fuga por una puerta... Imagen proyectada en los paneles de una puerta semi abierta, mientras los personajes se colocan de espaldas a la misma. Y en el tránsito se encuentran con la soledad, el afecto, la divergencia. Un minuto antes y después de que las presencias me movilicen en el tiempo. Por otro lado, se vuelve un maravilloso cardumen de peces en movimiento sincronizado, cuando los intérpretes se comunican en el espacio.
Energía sutil, que se maneja en el viaje de la vida.
Sí en la danza en general, no aparece la palabra explícita, al contrario del teatro. Parece que el cuerpo del intérprete, se convierte en palabra en sí. Por la unión de un movimiento con otro, en una secuencia de fraseos. Que parecerían convertirse en frases abiertas y libres a la interpretación del espectador, que lee el cuerpo presente, desde su subjetividad. Una especie de lenguaje ambiguo que se genera y dónde los cuerpos hablan desde la singularidad, que les pertenece.
Me conmueve la pausa y el silencio, algo tan valioso en la vida, llevado a escena…
Buenos Aires, 23 de junio del 2012
By Nadia
By Nadia
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